Reflexiones de lo ajeno
por Camilo Arturo Alvarez Correa
“Pero todo esto no era nada para mí, era para cualquiera.”
Durante un viaje en mis vacaciones, me encontré en un escenario que me hizo cuestionar el entendimiento frente a la multiculturalidad. En un restaurante, tuve una conversación con mi madre, quien, muy fanática de su religión, ha cuestionado lo ajeno. Es una actitud vista hasta dentro de uno mismo. Podemos decir que cada uno considera su educación o costumbres como la única verdad. En un periodo de extensa globalización, a pesar de un extenso intercambio cultural, aún sigue siendo una problemática principal el rechazo a lo ajeno. En un mundo donde nos damos cuenta de que tu Dios no es el mismo que el Dios de ellos, o mi propio dios, o que la manera en que tus costumbres son practicadas es igual de legítima que las del otro.
Volviendo a la historia principal, dentro del restaurante llegó una familia de creencias musulmanas, pues dentro de su vestimenta se encontraban elementos característicos como el Burka. Mi madre, al entrar, exclamó: “Mira cómo están vestidos, esa religión es tenaz con sus creyentes”, “Con este calor y con toda esa ropa encima, no me imagino lo que deben sentir”. Esto me trajo dos principales problemas. No lo digo solo porque sea mi madre, sino porque es una conversación que he tenido en más de una ocasión y con distintas personas. Mi primera reacción fue decirle a mi madre que estaba terriblemente equivocada, a lo que ella me dijo que tocaba respetar su punto de vista. A pesar de que su opinión es personal y puede considerarse legítima, es una reproducción mínima de un pensamiento etnocéntrico. El etnocentrismo es la naturalización de la cultura propia, un mecanismo normal y universal, el cual en un principio es la emancipación de una identidad propia de un grupo de personas, donde la cultura y la naturaleza construyen la imagen de un individuo. El problema es que en tiempos pasados era un vehículo de violencia para la imposición de una única verdad, lo cual recaía en el etnocidio, que ya es una imposición de manera violenta, erradicando valores previos de una cultura ya construida pero vista con ojos de inferioridad.
Puede que esta explicación del problema pueda parecer algo absurda y exagerada, pero la connotación de un pensamiento sesgado puede perturbar la convivencia de la pluralidad de distintos grupos en un mismo espacio. El etnocentrismo también puede ser el abismo para el absurdismo, convirtiendo la existencia en algo meramente absurdo, limitando la aceptación de lo distinto y lo ajeno. No podemos olvidar nuestra condición animal, que a veces es el argumento para posicionar mejor nuestra forma de contemplar el mundo que la del otro.
Es por eso que posteriormente le propuse un breve ejercicio de reflexión a mi madre. Cabe resaltar que debe ser de completa noción que un individuo es construido y moldeado por el entorno en el que vive. Todo sujeto va a acomodar sus vivencias como acciones naturales dentro de su imaginario. Si usted en justo momento de su vida considera o cree que eso no es verdad, debido a que tiene un prejuicio de por medio, le recuerdo que está muy equivocado. Nos encontramos en el siglo XXI, donde el miedo a conocer se ha vuelto un mito y para muchos Dios ha muerto. Volviendo a la reflexión propuesta, usted lector, como yo, creemos que lo que nos enseñaron es una única verdad, pues desde pequeño la educación es un vehículo ejemplar de implementación de costumbres. Nuestro cerebro hace todo eso. La estética como la lingüística son pilares de esa educación, pero estos pilares son principalmente creados. Todo esto recae en una identidad construida la cual nosotros somos portadores, y al ser portador de esta misma buscamos exaltar nuestra idea de esencia.
En tiempos actuales hemos visto cómo el etnocentrismo es vehículo de esa violencia sin sentido mencionada anteriormente. Es por eso que estamos en la urgencia de comprender esto, puesto que, a pesar de que el comentario de mi madre haya sido una “opinión”, dicha opinión puede tener una connotación personal, grupal y simbólica. Al agrupar estas características, esas ideas vagas en un punto se vuelven pilares y deberes de un estilo de vida, no natural, sino construido. Condición simbólica llevada a lo material, la cual en muchos casos recae en el desdén de una miseria universal frente al entendimiento humano. Es por esto que, aunque no estés de acuerdo con conocer lo ajeno, pruébalo, degústalo y entonces críticalo respetuosamente. Lo más tenaz es ser consciente y no poder conocer lo distinto.