Con ustedes, las ¿bay biscuits?
por María Daniela Delgado y Felipe Villarreal
La popularidad de las Bay Biscuits hoy no da cuenta de su legado: transgresor, rebelde, feminista… Igual, suena como cualquier cosa, nada parece calzar con la realidad de que fueron simplemente geniales.
I
Cerraba el 81 y Serú Girán, el tercer grupo de Charly García, estaba en la cima. El 25, 26 y 27 de diciembre daba una serie de recitales en el Teatro Coliseo que sugerían ya las carreras en solitario de Pedro, David y Charly. Casi 20 años después, en 1999, el baterista de la banda, Oscar Moro, encontró unas grabaciones piratas del concierto en prístina calidad y, junto a los otros miembros del grupo, llegó a un jugoso acuerdo con Sony para sacar un disco del concierto que tendría como nombre Yo no quiero volverme tan loco.
En el disco, al finalizar Cinema Verité, se escucha a Charly presentar a un grupo de apoyo: “Con ustedes, las Baby Squits”; añade que le parece muy importante la sátira músical, y le pide al público que les den una oportunidad y que no se porten como “los de ayer”. Sin más, el disco pasa a la siguiente canción, No Llores Por Mí, Argentina. Sin el debido contexto, todo lo que dice García es una melaza de palabras sin sentido que asalta al lector curioso con varias dudas: ¿Quiénes eran las tales Baby Squits? ¿Qué acto habrán presentado? ¿Por qué Pedro Aznar, bajista de la banda y curador de las grabaciones, habrá decidido cortar esta intervención? Eso sí, la curiosidad nunca me llegó tan lejos como para hacer una búsqueda en internet.
Tuvieron que pasar 2 años para que me enterara sobre las Bay Biscuits (en porteño, Charly lo dice como Bay-Bis-Cuits… No hay que creerle siempre). Un par de años después de comprar el disco, di con una entrevista a Charly en la que Fabiana Cantilo, probablemente el nombre de mujer más grande del rock argentino, cuenta cómo se conocieron. Dice Fabi que García contrató a “un grupo re loco” en el que ella participaba, las Bay Biscuits. Hice click —me acordé del disco de Serú—y estos 10 segundos de entrevista fueron suficientes para despertar en mí un gran interés por las Bay Biscuits.
II
Con este panorama, [Maria Daniela y yo] nos dispusimos a trazar la historia del grupo;
Es poco el material que documenta a las Bay Biscuits, poquísimo (1). Si hemos sido vagos en las descripciones hasta el momento no es por negligencia ni malicia (ni por gatekeepear, como dicen ahora), sino porque —nos parece— cada una de las escasas menciones al grupo era verdaderamente inevitable. La biografía disponible en el sitio web de Cantilo dedica dos párrafos al grupo. Tanto en el perfil de Wikipedia de Diana Nylon como de Isabel de Sebastián, uno. En el perfil de docente de Vivi Tellas en la Universidad Nacional de las Artes no se menciona este capítulo en su vida. Tampoco hay páginas de internet que hablen de Casandra y Mayco Castro Volpe, Lisa Wakoluk, Gachi Edelstein o Edith Kucher, más allá de mencionarlas como miembros de las Biscuits.
Con este panorama, nos dispusimos a trazar la historia del grupo; tratar de definirlas, si es que esto es posible; entender su impacto en lo que se suele llamar rock argentino (que no siempre es rock, pero siempre es muy argentino). Sobre todo, intentar capturar su esencia.
III
El grupo fue concebido en la casa de Viviana Tellas, autora y directora de teatro ampliamente conocida por Biodrama, su macro-proyecto teatral que persigue la ficción —lo que se parece al teatro, dice— en la biografía, en la vida (2), pero que en ese entonces terminaba sus estudios en artes visuales y comenzaba a acercarse al teatro con sus performance, que la ubicarían en el centro del underground argentino (3). Vivi, preguntándose por qué eran siempre los varones quienes se reunían y formaban grupos, empezó a organizar sesiones de té donde invitaba a bailarinas, cantantes, artistas y hasta fotógrafas, aunque sin saber exactamente para qué. (3)
Sobre el nacimiento oficial del grupo, Casandra Barbero cuenta que fue el 20 de junio de 1980, el día de la bandera argentina: “pensamos que era una fecha apropiada” (4). Durante el primer año se ocuparon de darle forma —de ultimar su formación, por ejemplo, aunque esta tampoco fue definitiva—, antes de hacer su primera presentación el 23 de julio de 1981. Invitadas por Horacio Fontova, las Bay Biscuits presentaron un acto musical al ritmo de Cuando calienta el sol (5) y, por primera vez, se condensó la atmósfera enrarecida que envolvía al grupo. Empero, la condensación de la médula no se completó ni en esa ni en otra ocasión. En palabras de Cantilo, “no es un acto definido; es un clima” (4). Como la moda, el Estado o la Sagrada Familia, las Bay Biscuits eran un proyecto que nunca iba a estar completamente terminado.
Un lector sagaz habrá advertido la mención recurrente a lo asintótico que caracterizó a las Bay Biscuits. Hemos señalado que su proyecto artístico no se concretó del todo nunca, que su composición no era constante, que no es exacto aseverar que su esencia se materializó completamente, incluso citamos a Fabi describiendo su primer acto como un clima, o sea, inherentemente inestable. Nada de ello es gratuito: a eso tendía la poiesis del grupo: “Lo que hacemos nosotras es el ‘casi bien’ argentino. Eso significa hacer las cosas ‘casi’ bien, pero nunca bien del todo. Como acá nada sale nunca del todo bien, tampoco nos proponemos cosas imposibles” (6).
Destacamos ese compromiso con la decadencia —en palabras de Fabiana Cantilo (6)— que caracterizaba su obra. Esa decadencia, de alguna forma, responde a la crítica con que las Biscuits satirizaban a la Argentina ochentera: militarizada, reprimida por fuerzas dictatoriales e intervenida por el imperialismo, tanto política como culturalmente. Sobre temáticas influenciadas por dicho entorno social, las Biscuits construyeron números a los que fue común el tono tragicómico, la musicalización, algunas cantaban y casi todas bailaban, y un generoso despliegue escenográfico de arte y vestuario. Por supuesto, nada perfecto… Pero ahí, en esa relación intencionadamente asintótica con la excelencia, es que identificamos el mayor valor artístico de las Bay Biscuits.
Si bien desconocemos la reacción del público a esa primera actuación junto a Fontova, sabemos que las hizo protagonistas de la escena alternativa, pues las Biscuits empezaron a presentarse en cuanto recital o teatro les abría las puertas.
IV
El periodismo encontraba tan difícil describirlas satisfactoriamente (esto es, reducirlas) que, al menos en una ocasión, no pudo eludir el vergonzoso solipsismo: “Teatro, rock’n’roll, underground, grotesco, regreso al happening, cualquiera de estos géneros, y ninguno sirve para definir a las Bay Biscuits, un grupo femenino que no es lo que parece, en realidad ellas son como… bueno, como las Bay Biscuits” (4). De pronto —sugerimos—, las Biscuits eran todo eso justamente, “un espectáculo completo”, como ha dicho Vivi Tellas (6).
Con números como Acto Inaugural de la Primera Planta Espacial Argentina, Mujeres Aburridas y Cleopatra, escrita por Vivi Tellas y que posteriormente se convertiría en canción de Los Twist, Cleopatra, la reina del twist (7), el grupo se abrió paso en la escena alternativa bonaerense: se presentaron en ciclos teatrales como Ring Club o Danza Abierta, donde deslumbraron a un público lleno de futuras promesas del rock nacional como Pipo Cipolatti, Miguel Zabaleta y Daniel Melingo, y figuras ya consagradas como Miguel Abuelo y, por supuesto, los integrantes de Serú Girán.
En este punto volvemos al inicio: maravillados con su presentación en Danza Abierta, los miembros de Serú Girán invitaron a las Bay Biscuits para que fueran su grupo de apoyo en los recitales decembrinos de 1981 presentando Acto Inaugural de la Primera Planta Espacial Argentina (que invitamos encarecidamente escuchar: Las Bay Biscuits – “Marcianita” 1981 – Teatro Coliseo – Con Serú Girán. Aunque, como dice Charly, no esperen oro)… Ahora intuimos —con cierta probabilidad de certeza— por qué Aznar pudo haber prescindido de incluir la presentación en el disco y por qué García pidió compostura del público: supimos que durante el espectáculo del 25 de diciembre, el primero de las tres fechas, la policía tuvo que intervenir para garantizar la seguridad de las Biscuits (3), pues, no contentos con abuchearlas y ofenderlas, el público las atacó.
Alguno, desde una visión ligeramente limitada de la realidad, podría sugerir que la afrenta del público a las artistas fue un reproche justificado a su mediocridad, pero estaría olvidando las dinámicas sociales tan propias de la época —no del todo superadas hoy en día, valga decir—. Para nosotros, es justo decir que esa reacción violenta pretendió castigar la osadía de un par de mujeres participando en un espacio intensamente masculinizado, por más liberal y alternativo que pudiera considerarse; por no hacer caso a los roles que por su sexo les correspondían o al lugar que debían ocupar: en todo caso, inferior al de los hombres. Mejor dicho, por igualadas.
Hasta ese momento en Argentina, las mujeres que habían logrado ocupar un lugar en los anales del género eran las parejas de otros músicos; parece ser que, de no estar acompañadas por estos, les era imposible acceder a estudios de grabación. Este es el caso de María Rosa Yorio, quien tuvo que pasar como corista de Sui Generis, cantar en Porsuigieco y en Nito Mestre y los Desconocidos de Siempre para poder debutar como solista. En oposición, las Biscuits se catapultaron a sí mismas y, si bien tuvieron colaboradores masculinos de quienes fueron “el grupo de apoyo”, quedaba claro que su espectáculo reclamaba el plano principal y su estilo propio las distinguía de todo lo que se había venido haciendo en la Argentina. Como hemos dicho, esta original propuesta —como lo verdaderamente revolucionario— fue difícil de digerir incluso para el público más “progresista” de la época: no estaba acostumbrado al estilo performativo y, sobre todo, le costaba conciliar el rock con las mujeres y con el humor (3).
Afortunadamente, no todo salió como el fallido recital con Serú Girán. Por ejemplo, las Bay Biscuits fueron cálidamente recibidas por el público de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, con quienes se presentaron varias veces en 1982, acompañándolos en coro o ejecutando sus ya clásicos números Cuando Calienta el Sol o Mujeres Aburridas. Ese mismo año llegaron a presentarse en shows de Miguel Abuelo (8) y, también, estuvieron cerca de grabar su primer disco, impulsadas por su representante Daniel Grinbank, empresa que no prosperó. A pesar de los tropiezos, las Biscuits estaban en ascenso y merecieron ser reconocidas como madres fundadoras de lo que se conocería luego como música divertida, que influyó en el estilo temprano de bandas como Los Twist, Virus y Soda Stereo. Entonces, ¿qué pasó con ellas?
V
Desde muy temprano, las integrantes del grupo divergían en la forma como proyectaban sus carreras, pues, mientras Isabel de Sebastián y Fabiana Cantillo se imaginaban de lleno en la música, Viviana Tellas se veía en el teatro. Sin embargo, estas diferencias naturales no fueron lo que las terminó de separar. La verdad es que el encanto de ese “casi bien” fue deteriorándose a medida que debieron profesionalizarse, sobre todo para ellas mismas: la convicción de que en esa decadencia se podía fundamentar todo un proyecto artístico se debilitó. Cuenta Tellas que, cuando salían al escenario para una presentación en un programa de televisión, se cruzaron con el elenco estable del canal y en las vedettes del show vieron lo que ellas parodiaban. Después de eso ya no daban gracia, “ahí dije: la parodia, cuando se encuentra con su original, se anula” (7). La esencia de las Biscuits contrastaba con el espectáculo cada vez más producido que se esperaba de ellas y, en algún punto de 1983, ya no era sustentable seguir juntas.
Consecuentes con sus talentos naturales, cada una de las Bay Biscuits siguió un camino por separado: Vivi Tellas se dedicó de lleno al teatro y, si bien seguía relacionándose con la vanguardia porteña de la música, nunca volvió a sumergirse del todo en ella; Diana Nylon formó el grupo de new wave Nylon, aunque no tuvo mucha difusión por parte de su disquera; Isabel de Sebastián se dedicó a su proyecto musical metrópoli hasta exiliarse en Nueva York; Fabi Cantilo fue reclutada por Charly García para que fuera corista en sus primeros álbumes como solista y se unió a Los Twist como principal voz femenina. Fabiana, en 1985, empezó una carrera en solitario con la que ha cosechado 6 millones de discos vendidos.
Sin embargo, percibimos algo de pudor en sus integrantes cuando recuerdan esta etapa de sus carreras, una tímida vergüenza que podría dar cuenta, en parte, de por qué no se las conoce tanto: tenemos la impresión de que ni ellas mismas quisieran que se les asocie con el grupo que formaron en sus veintes. Nuestras hipótesis son, de un lado, que consideran a las Biscuits como una nimiedad, un juego de muchachas sin mayor trascendencia (recordemos que Vivi Tellas ni siquiera lo menciona en su biografía de maestra); de otro, que —efectivamente— se avergüenzan de este proyecto. Vivi Tellas, derivando del “casi bien”, dijo: “Todo estaba medio mal. Las Bay Biscuit teníamos eso. Éramos un desastre y nos creíamos re‐sexies. Y siempre trabajé sobre esa actitud. Como que hay algo que falla” (3). Creemos que el fugaz tránsito por las Bay Biscuits le permitió a Vivi dar luz a la idea del “casi bien” que ha seguido tallando, cincelando, fundiendo y moldeando a lo largo de su carrera.
La popularidad de las Bay Biscuits hoy no da cuenta de su legado: transgresor, rebelde, feminista… Igual, suena como cualquier cosa, nada parece calzar con la realidad de que fueron simplemente geniales. Suponemos que no queda de otra sino adoptar el solipsismo que nosotros mismos criticamos y decir que las Bay Biscuits fueron… ellas mismas. Fueron excelentes siendo mediocres y, por supuesto, ahí acabó todo: colapsaron sobre sí mismas cuando la ironía se encontró con lo que ironizaba y se volvió grima, cuando ya no podían mejorar sus actos porque, de hacerlo, habrían sido mejor que mediocres, ni empeorarlos, porque, de hacerlo, habrían sido solo malas. Cual uróboros, la serpiente que engulle su propia cola, las Biscuits se atraparon a sí mismas en un ciclo sin fin.
Si fueron un “gran malentendido”, como las califica Vivi (3), podemos afirmar que fueron su propia obra maestra y, como cualquier error, estuvieron destinadas a quedar en evidencia.
(1) Todas las presentaciones de las que se tiene grabación de las Biscuits: https://www.facebook.com/p/Las-Bay-Biscuits-100066700630187/
(2) Qué es Biodrama. Vivi Tellas en Creador.es. https://www.youtube.com/watch?v=LtAEoIZYK9s
(3) El recorrido artístico de Vivi Tellas en los ’80: de Las Bay Biscuit al Teatro Malo https://ri.conicet.gov.ar/bitstream/handle/11336/107793/CONICET_Digital_Nro.69f7c622-1d9e-4b55-83a5-3c0cc7fe3b1b_A.pdf?sequence=2&isAllowed=y
(4) Entrevista al grupo por parte de la Revista Pelo, noviembre de 1981
https://www.magicasruinas.com.ar/rock/revrock301.htm
(5) Presentación de Cuando calienta el sol. Esta vez con los redondos y cantada por Isabel de Sebastián:
https://www.youtube.com/watch?v=HBX0Hh_ZXXo
(6) Sacado de una entrevista por Marcelo Gasió para la edición 71 de la revista expreso imaginario, junio de 1982. Recuperado de:
http://www.expresoimaginario.com.ar/search/label/EXPRESO%20IMAGINARIO%20N%C2%BA%2071
(7) Este paper habla sobre la composición de la canción y el crédito (o falta del mismo) que se le da a Tellas por su trabajo:
Sociabilidad y coqueteos entre el rock y el teatro …
(8)https://www.proa.org/exhibiciones/pasadas/-80s/teatro_eventos.html
Entrevista Fabi Cantilo:
https://www.youtube.com/watch?v=8VN-IPbsPDM
aqui se habla de la presentación con Serú con cierta profundidad: